lunes, 21 de abril de 2008

Uribe, el amigo de Calderón

Lunes 21 de Abril de 2008
Carlos Fazio

La semana pasada, en Cancún, la alianza ultraconservadora entre Felipe Calderón y Álvaro Uribe quedó sellada. Al dar su respaldo al pelele fascista de Washington y exonerarlo tácitamente de su acción genocida en el Sucumbíos ecuatoriano, donde fueron asesinados cuatro jóvenes mexicanos y Lucía Morett resultó herida, Calderón exhibió su verdadero rostro. No hay posibilidad de equívocos porque, más allá de la comunión ideológica que ambos profesan, el mexicano conoce los inobjetables vínculos de Uribe con la narco-parapolítica y la saga del terrorismo de Estado colombiano.
Digamos bien claro: Calderón sabe que los principales alfiles de Uribe están en prisión por sus escandalosos nexos con los cárteles de la droga y los grupos paramilitares. Es consciente de que, además de los 28 congresistas presos, otros 51 están siendo investigados por la Suprema Corte por sus pactos secretos con los grupos ilegales, y que varios están acusados de haber participado en masacres y secuestros.
Calderón no ignora que los ocho partidos que llevaron a Uribe al poder están siendo investigados por sus vínculos con la mafia y el paramilitarismo, y que 90 por ciento de los congresistas acusados son uribistas. Sabe también que su amigo Uribe y sus compinches los Santos –uno vicepresidente y el otro ministro de Defensa de Colombia, ambos vinculados al diario El Tiempo– no pueden ocultar sus nexos con el narco-paramilitarismo que sucedió a los cárteles de Medellín y Cali y mediante un fraude electoral tomó por asalto el Palacio de Nariño en 2002.
Desde entonces, gracias a una amplia alianza de conglomerados económico-financieros y sectores del capitalismo agrario y latifundista, en la que convergieron las mafias unificadas del narcotráfico y el paramilitarismo, Uribe logró una descomunal concentración del poder en la autoridad presidencial, lo que, sumado a su talante autoritario, le ha permitido ejercer sus dos mandatos con atribuciones absolutistas de naturaleza cuasi monárquica. En ese contexto, su política de seguridad democrática es una restructuración de la antigua doctrina de seguridad nacional de cuño estadunidense, mediante la cual, y so pretexto de combatir el narcoterrorismo de las FARC (como sustituto del fantasma comunista), “justifica” las ejecuciones extrajudiciales y los crímenes de Estado.
La careta “democrática” de Uribe no admite el menor análisis. Son públicos los nexos orgánicos de la familia Uribe con los antiguos cárteles de Medellín y Cali. También el patrocinio de la última generación de grupos paramilitares en su natal Antioquia.
No es ningún secreto que el padre del mandatario colombiano, Alberto Uribe Sierra, se convirtió de agiotista en testaferro de propiedades de narcotraficantes, en particular del clan Ochoa, y que a mediados de los años 80 en la hacienda familiar recibían entrenamiento grupos paramilitares. Asimismo, son conocidos los nexos del joven Álvaro Uribe, entonces alcalde de Medellín, con el capo Pablo Escobar Gaviria, a quien benefició también autorizándole pistas clandestinas cuando se desempeñó como director de Aeronáutica Civil.
Ya como gobernador, Uribe promovió las Cooperativas de Seguridad Rural, Convivir, grupos irregulares que cometieron matanzas, desapariciones y secuestros con fines políticos. En 1999 su hermano Santiago fue investigado penalmente por la creación de un escuadrón de la muerte conocido como Los Doce Apóstoles, con sede en la hacienda La Carolina, Antioquia, cuya propiedad comparten ambos.
No parece un dato baladí que el hermano del mandatario fue exculpado, mediante un “auto inhibitorio”, por el fiscal Luis Camilo Osorio, actual embajador en México.
Calderón sabe, pues, que el fascismo histérico de Uribe y la alianza de clase que lo sostiene están erigidos sobre 3 mil 500 masacres, 4 mil fosas comunes, 15 mil desaparecidos y 6 millones de desplazados internos. Y lo peor es que desde que asumió el cargo subrepticiamente en Los Pinos, rodeado de militares y policías en el primer minuto de diciembre de 2006, Calderón adoptó el “modelo Uribe”. Por eso no hay contradicción.
La participación de México en las cumbres de la Organización de Estados Americanos en Washington y del Grupo de Río en Santo Domingo fue una maniobra diversionista. En ambos foros, Álvaro Uribe quedó aislado. Los cancilleres y mandatarios de la región se negaron de manera unánime a enmarcar el conflicto armado interno colombiano en la lógica antiterrorista de la administración de Bush, definiendo la confrontación entre el gobierno de Uribe y las guerrillas de las FARC como una guerra de carácter irregular. Ahora quedó claro que la posición mexicana fue oportunista y mentirosa. El propio Calderón, al definir a las FARC como un “grupo terrorista”, exhibió su fariseísmo.
Uribe y Calderón se parecen. Ambos utilizan la mentira como punta de lanza de una diplomacia funcional a los intereses geoestratégicos de la Casa Blanca. Uribe sólo habla de guerra y odio. Calderón parece seguir sus mismos pasos. Por eso, de repetir el camino del colombiano, podría llevar a México al terrorismo de Estado. Los resultados están a la vista: de la mano del Plan Colombia, diseñado y financiado por Estados Unidos, Uribe convirtió a su país en el Israel de Sudamérica, la nación receptora de mayor “ayuda” militar del Pentágono, cuya “misión” ahora es vietnamizar la subregión andina.
A su vez, mediante la Iniciativa Mérida, Calderón va camino de convertir a México en otro enclave militar del imperio; en una república bananera. No toma en cuenta que Colombia es un polvorín social a punto de estallar y que la satanización del adversario como “enemigo interno”, según los manuales de Washington, puede llevar al país a una fase de colombianización, dominada por el militarismo y el estado de excepción.

viernes, 18 de abril de 2008

Invitación: Geopolítica del Medio Oriente: el conflicto israelí-palestino

Hago una invitación a las siguientes actividades sobre la Geopolítica del Medio Oriente: el conflicto israelí-palestino.

Saludos

Abigail Cruz


Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Coordinación de Extensión Universitaria
Centro de Investigaciones Interdisciplinarios en Ciencias y Humanidades
Programa de Investigación "El Mundo en el Siglo XXI"
Seminario Internacional de Pensamiento Crítico

Invitan al:

Taller y proyección de documentales sobre:

Geopolítica del Medio Oriente: el conflicto israelí-palestino

10 de abril al 8 de mayo de 2008. Sala Lucio Mendieta y Núñez

Proyección de Documentales

Jerusalem 72%-28% Living Apartheid
Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén- Belén
Presentación de El Muro del Apartheid. Construcción, Consecuencias y Fundamentos
Comité Grass Root contra el Muro Segregacionista.
Jueves 10 de abril, 13:00 hrs.
Coordinador: Juan Trujillo.

The Garbage Cage y The Hole in the Wall 2
Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén- Belén
Presentación de Palestina Economics
Comité Grass Root contra el Muro Segregacionista.
Jueves 17 de abril, 13:00 hrs
Coordinador: Marvin Vallejo

Dandees Family y The Transparent Jerusalemites
Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén- Belén
Presentación de Jordan Valley Short
Comité Grass Root contra el Muro Segregacionista.
Jueves 17 de abril, 13:00 hrs
Coordinadores: Pavel Vallejo y Raúl Romero

Jahalin
Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén- Belén
Presentación de The Right of Education y School in Palestine. The Journey Starts in Hebron
Comité Grass Root contra el Muro Segregacionista.
Martes 29 de abril
Coordinadores: Luis Perez Torner

lunes, 14 de abril de 2008

Editorial La Jornada: Ecuador, bajo acoso

14 de abril de 2008

Las más recientes acusaciones de la presidencia colombiana contra el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, de que éste habría “desautorizado” operaciones de las fuerzas armadas de su país contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), vuelven a tensar las relaciones entre ambos países sudamericanos y el panorama diplomático regional. Por añadidura refuerzan la idea de que el gobierno progresista de Quito es víctima de una campaña de desestabilización en la que Álvaro Uribe es, hoy por hoy, el operador más visible, pero cuyas directivas proceden de Washington.
Los señalamientos de la Casa de Nariño apuntarían en esa lógica a explotar un punto débil en el esquema gubernamental ecuatoriano: la crisis de confianza recientemente desatada entre la presidencia de Correa y altos mandos del Ministerio de Defensa que fueron removidos cuando se descubrió que estaban infiltrados por el espionaje estadunidense. Ahora es claro que el gobierno del país vecino busca exacerbar las diferencias entre la autoridad civil de Ecuador y las fuerzas armadas, con el propósito de desestabilizar y debilitar esa nación, acaso como preparativo para nuevas provocaciones militares.
Los motivos para ésas y otras acciones están a la vista: la actitud firme de Correa en la defensa de la soberanía de su país, tras la incursión militar colombiana contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, hace mes y medio, en la que murieron más de 20 personas, entre ellas uno de los más importantes líderes de la organización insurgente y cuatro jóvenes mexicanos. Por añadidura, el presidente ecuatoriano se ha puesto en la mira de la Casa Blanca y de su aliado regional, Álvaro Uribe, al cerrar filas con Hugo Chávez –quien gobierna otra de las naciones que pueden sentirse amenazadas por el descontrolado belicismo de Uribe– y promover la fundación de una organización hemisférica que agrupe a las naciones de América Latina y de la que quede excluido Washington, es decir, una organización de estados latinoamericanos.
El propio Chávez es, desde hace mucho tiempo, víctima de una intensa campaña propagandística estadunidense, que la semana pasada alcanzó una nueva cota: el encargado en la administración Bush de coordinar la estrategia “antidrogas”, John Walters, afirmó que Caracas “contribuye con el tráfico de estupefacientes realizado por las FARC”. Washington pretende ahora pasar por alto que sus servicios de inteligencia tienen catalogado a Uribe como político vinculado con el tráfico de drogas –dato que refuerzan diversas investigaciones periodísticas colombianas, particularmente la que señala la relación de amistad que existía entre la familia del actual presidente colombiano y el fallecido capo del cártel de Medellín, Pablo Escobar–, y se lanza a formular acusaciones carentes de todo fundamento contra el presidente venezolano. Tras pedir a sus aliados europeos que “presionen” a Chávez, Walters basó su acusación en algo tan incierto como que “algunas informaciones recientes de los servicios de inteligencia sugieren que las FARC han estado recibiendo dinero de fuentes externas para atenuar sus problemas financieros”.
Tras el ciclo desastroso de regímenes neoliberales –en el que, por desgracia, sigue estancado nuestro país– han surgido en América Latina gobiernos democráticamente electos, con visiones y propuestas alternativas, menos centradas en la defensa de los intereses financieros internacionales y más atentas a las necesidades de las respectivas poblaciones. Dos de ellos, el de Venezuela y el de Ecuador, parecen haber sido escogidos por Estados Unidos y sus aliados locales para emprender sendas campañas desestabilizadoras que podrían pasar incluso –así lo sugiere el desatino belicista de Uribe– por la gestación de un conflicto armado regional que sirva a Washington de pretexto para intervenir de manera directa en la zona andina. Cabe esperar que la diplomacia regional siga siendo capaz de frustrar este último designio disparatado del gobierno de Bush, y que se pueda preservar la paz en las fronteras entre Colombia y sus vecinos.

martes, 8 de abril de 2008

Washington y sus peones

Carlos Fazio

La participación directa de soldados del Pentágono asentados en las bases de Manta (Ecuador) y Tres Esquinas (Colombia) en el golpe militar quirúrgico contra un campamento clandestino de las FARC en Sucumbíos es una señal de que Estados Unidos ha perdido la iniciativa estratégica. En ese contexto, en receso por ahora la vía del golpe de Estado, Washington necesita fabricar el clima ideológico y las coartadas para sus acciones encubiertas en el área, por lo que echa mano de políticos de medio pelo corruptos como José María Aznar, Vicente Fox, Luis Alberto Lacalle, Jorge Quiroga, Osvaldo Hurtado, Rafael Ángel Calderón Fournier, Marco Vinicio Cerezo y Francisco Flores, y de su enorme ejército de intelectuales orgánicos, entre ellos los neoconversos Mario Vargas Llosa y Jorge Castañeda, Enrique Krauze y el profesional de la industria de la contrarrevolución Carlos Alberto Montaner (ligado a la mafia de Miami), a lo que suma el aparato mass-mediático del gran capital nativo.

A todos los une la histérica denuncia del “populismo radical” y tres o cuatro clichés más fabricados en las usinas propagandísticas de Washington, incluidos el mito y las supersticiones del evangelio neoliberal, que los “idiotas pluscuamperfectos” (Atilio Borón dixit) repiten cual papagayos en sus primitivos cónclaves. Asimismo, tienen como objetivo de fondo construir una fuerza de la ultraderecha liberal, capaz de frenar los avances progresistas y de izquierda y, en forma paralela, coordinar y potenciar de manera subordinada la escalada de agresiones en contra de Raúl Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.

En ese sentido, marzo ha sido pródigo en acciones diversionistas patrocinadas por la administración Bush con fines propagandísticos y subversivos, en el contexto de una política hemisférica que combina un intervencionismo militar básicamente indirecto con el expansionismo ideológico, bajo la fórmula “democracia de mercado y seguridad”.

La confluencia escalonada de tres actos regionales que impulsan el decadente Consenso de Washington pone en evidencia lo anterior: el foro Solidaridad Latinoamericana al Encuentro de Cuba, celebrado en San José de Costa Rica el 14 de marzo; el seminario Los desafíos de América Latina: entre las falencias institucionales y las oportunidades de desarrollo, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad en Rosario, Argentina, entre el 24 y el 29 de ese mes, y la reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada en Caracas del 28 al 30 de marzo.

Por razones de espacio nos referiremos al encuentro de Costa Rica dedicado a Cuba. Aunque están devaluados y la conservadora Organización Demócrata Cristiana de América que presiden ya no da lustre, Fox y su fiel escudero Manuel Espino cumplieron allí su “misión”: replicar la voz del amo. Por más que intentan encubrirla, su “agenda” es la de Estados Unidos y sus socios imperialistas de la “vieja Europa”. Financiado por la Konrad Adenauer, el encuentro estaba programado para realizarse en México. Pero tuvo que realizarse en Costa Rica debido a las presiones de Felipe Calderón, quien no quiso ver opacada la labor de reingeniería diplomática de su canciller Patricia Espinosa, quien ese mismo 14 de marzo se reuniría en Cuba con su homólogo Felipe Pérez Roque.

En su carácter de presidente de la ODCA, Manuel Espino dirigió un mensaje imbuido de una nueva retórica dialoguista que es un insulto a la inteligencia: “Este encuentro de recta intención, que no reconoce enemigos ni adversarios, sólo interlocutores de buena voluntad (…) ha sido convocado para reiterar nuestro respeto a la libre autodeterminación de Cuba”. Con eje el “bien común” y énfasis en la “reconciliación nacional” de los cubanos del exterior y la isla, el discurso de Espino recuerda la matriz ideológica y el papel asignado por Washington a la democracia cristiana en la época del neoconservadurismo reaganeano y los conflictos de baja intensidad en Centroamérica, en particular la guerra de la contra, financiada por Estados Unidos contra Nicaragua sandinista.

Según Espino, Cuba “vive un cambio de época con oportunidades imprevistas”, “un momento de transición” que, es el mensaje, debe ser aprovechado por las derechas del hemisferio occidental y sus aliados de Europa para acabar con la Revolución. Ese objetivo quedó más delineado en la Declaración de Costa Rica, donde, previa finta engañabobos dirigida presuntamente contra Estados Unidos (“ningún gobierno de un Estado extranjero puede tomar decisiones que sólo corresponden al pueblo cubano, ni intervenir en sus asuntos o imponer sanciones de manera unilateral”), practica un claro intervencionismo a través de un decálogo de recomendaciones al gobierno de Raúl Castro, que básicamente recoge las directrices de la administración Bush.

La nueva estrategia asignada al binomio Fox-Espino introdujo algunas contradicciones con sus aliados anticastristas de La Florida, en particular con el Directorio Democrático Cubano (DDC). Según un cable de la agencia Efe, fechado en Miami el 1º de abril, el DDC aclaró que, pese a formar parte de la internacional socialcristiana, “ni firmó ni suscribió ni apoyó el texto” de San José, que en una de sus resoluciones propone una reunión con Raúl Castro para impulsar la apertura política en la isla.

La organización lamentó que la ODCA se “aleje del consenso internacional que no le reconoce legitimidad a esta dictadura (la del gobierno cubano)”, y aseguró que no fue consultada sobre la puesta en marcha de “esa estrategia”. Para el DDC, la declaración “hace concepciones ideológicas” y se “alinea” con “la política de apaciguamiento impulsada por el gobierno del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero”. O sea, una doble vía para un mismo fin.